Jueves, 14 de Marzo del 1666
Mi confesor, el jesuita Antonio Núñez de Miranda me reprochaba mucho que escribiese, labor que creía vedada para la mujer, lo que junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época debido a mi gran fama intelectual, desencadenó las iras de éste. Bajo la protección de la entonces virreina, marquesa de la Laguna, decidí rechazarlo como confesor. Esta amistad con las virreinas queda plasmada en versos que usando el código del amor cortés han llevado a una errónea interpretación de las mismas, en aras de ciertas tendencias homosexuales. A las dos que coincidieron temporalmente conmigo les escribí poemas bastante encendidos, y a una le dediqué un retrato y un anillo. Fue precisamente una de las virreinas la primera en publicar mis poemas.
¿ Quién es capaz de acertar todo ?
Hace 16 años
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